El poder es una cuestión central para entender y construir una sociedad y, como ellas, ha ido evolucionando con el tiempo. Aunque es una cuestión que ya he expuesto en otro post, hoy voy a darle una vuelta de tuerca en otra de sus dimensiones: no la evolución de los poderes institucionales si no del modo en que los gobiernos han ejercido ese poder sobre la sociedad y sus habitantes.
Para ello en principio hay que diferenciar entre distintos tipos de poder y, para ello, usaré la clasificación de Kupchan que divide el poder en cuatro tipos distintos, según el modo en que se ejercen.
El primero de los cuatro es el más clásico como definición de poder y se trata del coactivo, es el poder que nos obliga a hacer algo por medio de la fuerza. Es el poder más fácil de usar sin lugar a dudas a una escala social y, por ello, desde una perspectiva histórica, es el poder que primero apareció y el predominante durante buena parte de la narración que ha sido el cambio de nuestras sociedades. Así, desde el hombre más fuerte que su vecino, el poder coactivo ha tomado muchas formas y, a medida que las sociedades crecían, se transformó en policía que salvaguardaba unas leyes y te castigaba si las incumplías, en prisiones, en ejecuciones, etc.

La historia de las relaciones internacionales es una historia que empieza antiguo, tan temprano como los primeros imperios porque, tan pronto hubo un “nosotros” nació un “ellos” y, al hacerlo, la necesidad de dialogar con esa otra parte. Al principio, los gobiernos hacían poco en relaciones internacionales, normalmente se limitaban a declarar guerras, favorecer el comercio que pudiese surgir, o enviar emisarios ocasionales. La Hélade, la alianza de las ciudades-estado de la Grecia antigua, fue la primera gran alianza y, con ella, nacieron muchas otras formas diplomáticas como podían ser los juegos olímpicos.
La frase que da título a este post es de Wilfredo Pareto, uno de los grandes teóricos de las élites que ha habido en sociología. Y refleja la imagen habitual del proceso de cambio social que ha imperado durante gran parte de la historia: un grupo con el poder debe defenderse contra los grupos de advenedizos que se lo quieren quitar. Es el caso de la burguesía sustituyendo a la nobleza como el centro del poder a partir del Renacimiento, por ejemplo. Sin embargo, ¿sigue siendo válida en el siglo XXI?
El Emperador se sube a su caravana fastuosa, la gente dispara los fuegos artificiales y la comitiva se pone en marcha con gran pompa y circunstancia. La gente aclama a su paso, le vitorea, le anima. Hasta que, entre toda la gente, un niño dice “¡el Emperador va desnudo!”.