Orwell es, sin duda, un videojuego muy interesante. El punto de partida es que nos contratan como investigadores en La Nación para resolver unos atentados que tienen lugar en nuestro primer día y para ello ponen a nuestra disposición el programa Orwell. Este lo que hace, básicamente, es acceder a las redes sociales, páginas webs, y otros elementos digitales para extraer información, hacer perfiles y agregarlos. Al hacer esto, vamos juntando las pistas de lo que está ocurriendo, y avanzamos una historia que se va desarrollando con cada día de juego ante nuestros ojos. Es un juego cortito, de hecho da la sensación de que se acaba cuando está llegando a su mejor momento, que con su peculiar estética consigue transmitir muy bien las sensaciones de que estamos observando una sociedad real desde un panóptico digital.
Pero desde un punto de vista social, del mensaje, el desarrollo de Orwell va mucho más allá de la investigación de los atentados, para ser una muy interesante reflexión sobre varios puntos centrales de nuestro mundo actual: el dilema que enfrenta vigilancia e intimidad, y el que se refiere a libertad y seguridad.





En este blog a menudo he hablado de los
Desde hace muchos siglos, los gobiernos, Reinos y Estados han dedicado infinidad de esfuerzos a contar cuantos habitantes tenían sus territorios. Hoy en día contamos con censos muy acertados de las poblaciones más estables de muchos países del mundo y, aunque la inmigración ilegal/oculta pueda distorsionar la imagen, el resultado sigue siendo una imagen bastante acertada de la población del mismo. Y a raiz de esta imagen han sonado numerosas alarmas en todas partes, alertando de los riesgos que plantea la demografía para nuestras sociedades como las conocemos. Pero, ¿cómo puede ser que haya riesgos simplemente por el número de habitantes?
Como cualquiera que siga las noticias ligeramente sabrá, en mayo son las elecciones europeas y, ante ellas, se plantean una serie de situaciones muy importantes. El conjunto del proyecto europeo está puesto en duda por muchos sectores políticos, desde los euroscépticos a los populistas, y estas elecciones son vistas a menudo como un plebiscito sobre el conjunto de la UE, donde el temor al crecimiento de los partidos anti Unión podría crear un Parlamento y una Comisión que dificulte muchísimo el funcionamiento de la organización. Pero no voy a hablar de eso hoy, sino de personalismo, política nacional y política europea.