Si yo menciono la palabra “hacker”, lo primero que pensarás probablemente será en un chico con gafas, granos, asaltando las bases de datos de las empresas y gobiernos. Dejando de lado que obviamente esa es una dimensión de la palabra hacker (y olvidando que cada vez más la guerra informática la practican los propios gobiernos y empresas), el término va mucho más allá de ese punto.
Como me recordaron hoy Jara Rocha y Samer Hassan en su conferencia sobre procomún y hackear, se puede definir de una forma más adecuada y amplia: una persona que ve un sistema concreto de algo (da igual lo que sea), busca, lo estudia y comprende, y ataca las debilidades de ese sistema para cambiar algo que no le gusta y generar un efecto distinto al que el sistema prevee. En este sentido, Merton los llamaría rebeldes o inconformistas, si queréis unas acepciones más sociológicas para la misma idea.

Mirad a vuestro alrededor y veréis las paredes rojizas y vibrantes del útero materno. Al ritmo del corazón del cambio, nos alejamos de lo conocido para adentrarnos en lo desconocido. Tras nosotros, el viejo mundo yace agonizante tras los golpes que derribaron el Muro de Berlín y las protestas que despertaron a una sociedad civil que se movilizó desde Mayo del 68 a la Primavera Árabe y la Indignación.
El Profesor Jaume D’Urgell nos explicó ayer las curvas de atención de la gente, y creo que es algo sobre lo que vale la pena pararse y reflexionar brevemente. Según nos dijo, está estudiado que para las intervenciones públicas, los espectadores pasan por tres fases diferentes. Inicialmente, su atención comienza en torno a un 60% y va subiendo; la segunda fase, que se produce en torno a los 4 a 7 minutos, es una breve estabilidad en que se tiene el máximo de atención del espectador; finalmente a partir de entonces, comienza un declive que lleva al 0% de atención a partir del minuto 40 más o menos.
A veces da la sensación de que, aún con la crisis, todo sigue igual, que la raza humana está condenada a dar eternamente vueltas al mismo punto. Fukuyama incluso dijo que habíamos llegado al final de la historia, que de aquí en adelante sólo continuaría el Estado democrático capitalista hasta el final.
Democracia: el gobierno del pueblo. Como hemos discutido numerosas veces, este