“La historia es un cementerio de élites”, decía Pareto, pero bien podríamos decir que es también un cementerio de potencias. Un imperio ha sucedido a otro, dominando partes más o menos grandes del mundo por medio de la guerra, la economía y la diplomacia. Roma, el Imperio Otomano, la España del XVI, la Francia napoleónica, el imperio chino, el azteca, el maya… Grandes nombres, para las grandes potencias de sus épocas.
Sin embargo, esas potencias no eran todopoderosas. Al contrario, todas ellas estaban constreñidas por límites claros: su poder dentro de sus fronteras era indudable, pero fuera de ellas se limitaba mucho. Roma nunca pudo someter a los pictos ni a los germanos, y a Francia se le atragantó una Rusia tremenda. Cada una de esas potencias vivía en complicados equilibrios con los países que las rodeaban, y en especial las potencias alternativas, en ascenso o en descenso, buscando balanzas y tratando de sobrepasarse unas a otras. El equilibrio de poderes a lo largo del XVIII en Europa es particularmente claro al respecto.
Así, había potencias más importantes y menos, pero en realidad se articulaban en una multipolaridad clara. Pero, ¿qué es la multipolaridad? Básicamente, significa que varios actores (o polos, en esta caso las potencias) se reparten el poder y negocian y entran en conflicto al respecto del mismo, tratando de manejarlo lo mejor que pueden para beneficiarse lo máximo posible. Básicamente, significa que existen equilibrios. Una de las potencias, o más, pueden ser principales, pueden ser dominantes, pero carecen de hegemonía sobre el conjunto porque no pueden imponerse sobre todas las demás.


Este libro, dirigido por Esther Barbé, tiene un comienzo interesante, claro y bien llevado. Así, establece una teoría y un marco de análisis de la Unión Europea bastante completo y claro. Lo malo es que, tras ese primer tercio del libro, lo que se suceden son un análisis de caso tras otro al que se aplica ese marco, llegando claramente a ser muy redundantes. Pero vale la pena rescatar esta teoría general, que voy a resumir aquí.
Escrito por Javier Noya, y supongo que publicado en torno a septiembre de este año, la verdad es que es un libro difícil de comentar en unas líneas como estas. La razón es que, pese a la coloquialidad del discurso en su forma, su contenido es complejo y muy amplio. Así, a lo largo de sus 450 páginas, el autor analiza todas las dimensiones de la imagen de España en el exterior, desde la música a las fuerzas armadas, del soft al hard power, del siglo XVIII al XXI, de la política a la cultura, etc. Abarca así una enorme variedad de temas que configuran la imagen de España en el exterior, desde una imagen tanto objetiva (¿qué dicen los datos duros, económicos y de otro tipo, sobre la situación real?) como subjetiva (¿qué opinión tiene la gente del mundo sobre esas cuestiones?), lo cual le da gran profundidad y riqueza. Es obvio que habrá gente interesada en unos aspectos u otros del texto, pero al ser un análisis tan amplio, hay cosas interesantes para todo el mundo.
Estas dos son las principales teorías actualmente de explicación de las relaciones internacionales, y aunque raramente sean mencionadas como tales, están permanentemente en las noticias de un modo u otro. Así que vale la pena echarles un buen ojo.