Para definir una ideología, lo primero que es necesario es entrar de lleno con las ideas. Una idea es un concepto, una “pieza de Lego” mental: rojo, coche, democracia… Sobre esto se construye un argumento, que pone en conexión varias ideas, como una pared de Lego: la democracia es buena. La pared puede ser más compleja o menos, con ventanas, vidrieras o estatuas: la democracia es buena porque representa la opinión popular y la traslada a las instituciones de gobierno. A partir de ahí llegamos a las ideologías.
Si seguimos con la analogía de Lego, una ideología consiste en el edificio final, armado con todas sus paredes, las decoraciones, los muebles, los jardines y todo lo que corresponda. Y esas ideas no están simplemente puestas una detrás de otras, alineadas, sino que todas son conectadas con las demás tratando de construir un argumento coherente, más complejo o menos. Así es como surge la ideología liberal, la socialdemocracia, el feminismo, el cristianismo, el nacionalismo, etc.