Desde hace muchos siglos, los gobiernos, Reinos y Estados han dedicado infinidad de esfuerzos a contar cuantos habitantes tenían sus territorios. Hoy en día contamos con censos muy acertados de las poblaciones más estables de muchos países del mundo y, aunque la inmigración ilegal/oculta pueda distorsionar la imagen, el resultado sigue siendo una imagen bastante acertada de la población del mismo. Y a raiz de esta imagen han sonado numerosas alarmas en todas partes, alertando de los riesgos que plantea la demografía para nuestras sociedades como las conocemos. Pero, ¿cómo puede ser que haya riesgos simplemente por el número de habitantes?
Para empezar, la clave es que ningún Estado ni Reino tiene sentido sin la población que lo habita. El número de habitantes determina cuánta gente puede trabajar en la industria o los servicios, condicionando así directamente la capacidad económica del país; también condiciona cuánta gente puede ser reclutada para el ejército, y con eso su capacidad militar, lo cual impactará directamente en su capacidad diplomática; y la cantidad de científicos que produce es la clave para el avance científico del país. Estos son sólo algunos ejemplos, pero sirven para ilustrar el punto.

A raiz del post del otro día sobre si la
Los movimientos sociales son algo muy especial para la gente: para unos, los involucrados, son un frenesí, un camino hacia un futuro mejor, un proyecto con sentido en el que esforzarse; para otros muchos, es una fuente de ideas y cosas raras; finalmente, para otros, son un fracaso uno tras otro. Dicen estos últimos: “¿acaso ha acabado la dominación de la mujer tras el trabajo del movimiento feminista? ¿Ha cambiado la política y acabado con la corrupción el 15-M? ¿Los pacifistas han acabado con las guerras? No, al final, todo sigue igual.” Y, sin embargo, esta apreciación es cierta sólo porque no entienden la función real de los movimientos sociales.
Si cogemos cualquier película de mafias, lo que veremos es una inestable tregua entre familias y grupos que, pronto, acaba estallando en guerras violentas y salvajes. Esa es la historia de El Padrino, por ejemplo, el referente más clásico del género. Sin embargo, en el mundo real, la mafia no se comporta de esa manera, al menos no de un modo tan claro y, desde luego, menos a medida que la globalización avanza.
Para definir una ideología, lo primero que es necesario es entrar de lleno con las ideas. Una idea es un concepto, una “pieza de Lego” mental: rojo, coche, democracia… Sobre esto se construye un argumento, que pone en conexión varias ideas, como una pared de Lego: la democracia es buena. La pared puede ser más compleja o menos, con ventanas, vidrieras o estatuas: la democracia es buena porque representa la opinión popular y la traslada a las instituciones de gobierno. A partir de ahí llegamos a las ideologías.
Basta ver cualquier película americana para ver cómo se les llena la boca hablando de los Padres Fundadores americanos: Washington, Lincoln, Madison… los grandes nombres a los que ellos deben su modo de vida. Sin embargo, por mucho que nosotros debemos mucho de nuestro modo de vida a los Padres Fundadores de la Unión, pocos conocen sus nombres. Así que es hora de echarles un breve vistazo, aprovechando que se acercan las elecciones europeas.
A menudo, es habitual escuchar a alguien llamar a otro fascista cuando el otro le impone su decisión, o usos similares del término porque la sociedad normalmente considera uno sinónimo del otro. Sin embargo, desde la perspectiva sociológica y politológica, y teniendo en cuenta que es un debate abierto de momento, ambos términos son distintos y describen distintos modelos políticos. Autoritarismos ha habido mucho, desde el régimen de Franco al actual de Corea del Norte; en cambio, fascismos sólo ha habido uno en la historia, la Alemania de Hitler. Así que vayamos viendo cómo se construyen ambos sistemas en sus diferencias, para ilustrar cómo uno y otro parecen muy similares, pero al final resultan no serlo.
Supongo que, por ser mi ciudad natal, la noticia de que Almunia es considerado persona
El post de hoy es en respuesta a la
Teniendo en cuenta que, mientras escribo esto, las elecciones americanas aún no han terminado y no se sabe quien es el vencedor, creo que puede ser interesante ver cómo funciona su sistema, y así poder comparar con el
Los economistas Mundell y Fleming propusieron un