Gerontocracia es el gobierno de los viejos, y es una herencia que tenemos desde los tiempos más antiguos, cuando el anciano (varón) era el jefe de la familia y mandaba en todo, y el consejo de ancianos gobernaba el pueblo. Y como los puestos de poder eran de por vida, y normalmente hereditarios, generalmente lo que se encontraba era que la generación mayor era la que gobernaba. Esto, que parece anticuado, sigue siendo cierto hoy en día: Rajoy tiene 59 años, Merkel 60 y Obama, a quien a menudo se considera joven, 53. El único lider importante de una franja joven es Matteo Renzi, con 39. Pero, ¿es así como deberían ser las cosas?
A menudo, se argumenta que los jovenes no están preparados para gobernar: son idealistas, impulsivos, inocentes, no están curtidos ni tienen experiencia. Muchas otras cuestiones son esgrimidas para que la gente en el poder siga siendo de la misma franja de edad, deslegitimando a los de las demás. Y algo de razón hay, evidentemente no pueden tener la experiencia que los otros han acumulado con la edad, en gran medida porque no han tenido el tiempo ni la oportunidad para obtenerla.

La física establece, a través del principio de conservación de la energía establecido en la primera ley de la termodinámica, que “la energía, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Así, cuando lanzamos una piedra al aire estamos transformando nuestra energía biológica (térmica) en energía cinética (movimiento) que eleva la piedra en el aire; a medida que asciende va perdiendo velocidad, producto de la transformación de la energía cinética en energía potencial (fruto de la altura), que eventualmente volverá a ser cinética cuando la piedra comience a caer y térmica al chocar contra el suelo (calentándolo). Y ahora diréis: pero, “¿qué tiene esto que ver con el poder?”. En mi opinión, el poder se comporta de la misma manera.
Hace unos días, todos los periódicos del país recogían el encuentro entre Rajoy y Mas y lo discutido allí. Que si bien, que si insuficiente, que si demasiado, que si se sigue trabajando, que si hay ruptura… análisis de lo ocurrido hay muchos, pero lo innegable es que, hoy por hoy, la situación sigue estancada. La razón de esto es más profunda que el resultado de un encuentro y es una historia en la que ya llevamos inmersos mucho tiempo, desde que se anunció por primera vez que se iba a producir el referendum y la explosión de la Diada.
Al hilo del último post sobre mi
Parece que el post de ayer sobre la
Hoy comparto con vosotros el
Si cogemos cualquier película de mafias, lo que veremos es una inestable tregua entre familias y grupos que, pronto, acaba estallando en guerras violentas y salvajes. Esa es la historia de El Padrino, por ejemplo, el referente más clásico del género. Sin embargo, en el mundo real, la mafia no se comporta de esa manera, al menos no de un modo tan claro y, desde luego, menos a medida que la globalización avanza.
Dice el viejo dicho romano que para tener tranquilo al pueblo es necesario darle pan y circo. Y es una verdad que la historia ha demostrado muchas veces, si le das pan (osea, cubres sus necesidades básicas) y circo (entretenimiento), las ganas de revuelta se disuelven. Literalmente, compras felicidad de los súbditos y, al hacerlo, ganas en paz social y aprobación. En cierta medida, esa es la razón de que el Estado de Bienestar tenga tanto apoyo, porque el conjunto de la sociedad trata de conseguir que la mayor parte de la población tenga, como mínimo, el pan en un esfuerzo conjunto de todo el país.
La figura de la Corona es, cuando menos, la de una institución controvertida en el marco de un país del siglo XXI. Sin embargo, en gran parte por la actitud de los miembros de la misma y la acción política de Juan Carlos I en la Transición y durante el golpe de Tejero (dejando de lado teorías de la conspiración) había conseguido darle la estabilidad a la institución que esta necesita para que tuviese una aceptación inmensa en la sociedad española. Pero, ¿qué pasó entonces para que hoy el Rey haya abdicado en su hijo?
El videoblog de
En principio, esto puede parecer una falacia lógica, y hasta cierto punto lo es. Al fin y al cabo, cuando cualquiera de los elementos que forman un grupo se vuelve más fuerte, el poder del conjunto crece como tal. Lo hemos visto al ver cómo la mejora económica alemana ha abierto la posibilidad de que ellos importen productos del resto de la Unión, o que su dinero pueda cubrir deudas y problemas por todo el continente… y, sin embargo, esto último es buen ejemplo de cómo tampoco es tanta falacia como parece.
A menudo, se oye a las distintas instituciones señalar que hace falta realizar cambios estructurales profundos en la economía, en la organización del Estado del Bienestar, o en cualquier otro aspecto de la sociedad. Y que estos cambios, cada vez, son más urgentes. El Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea, la ONU… todos ellos se pronuncian frecuentemente en este sentido. Sin embargo, al final nunca se producen. ¿Por qué?