El país más extenso de la tierra proyecta la sombra de la Unión Soviética desde el este, desde su cuna, y más en estos días en que parece que nos encontramos de vuelta en la Guerra Fría por causa del conflicto de Crimea. Se nos proyectan las sombras de la conciencia colectiva, de los ejércitos rojos luchando contra los americanos desde Afganistán a Corea, de la hoz y el martillo extendiéndose imparables y amenazando toda Europa. Pero, ¿es eso cierto hoy en día?
La primera lectura de la situación diría que si, que es cierto. Tenemos una Rusia que ha sido la primera en llevarle la contraria a Estados Unidos en la ONU, bloqueando las mociones de intervención en Siria, por ejemplo. Que ha dado asilo al enemigo americano en que se ha convertido Snowden. Capaz de asesinar a un ex-espía del KGB en Inglaterra y de controlar la política en el centro-este de Europa a base de controlar los precios del gas natural que provee. Iniciadora de una guerra en Osetia y, ahora, capaz de “conquistar” una provincia de Ucrania mientras la comunidad internacional simplemente miraba.