Tras los dos últimos posts dedicados a Grecia y el miedo que nos quieren inculcar a raiz de los eventos producidos allí, hoy toca volver a avanzar con la saga de posts sobre el cambio y el futuro. En el primero abordé cómo el mundo se encuentra en el borde del cambio por múltiples razones y cómo hemos de aprovechar la coyuntura para una reforma política en profundidad; y, en el segundo, abordé las reformas que requiere la sociedad civil y su encaje en el nuevo mundo que se nos viene encima.
Sin embargo, de nada sirve abordar los cambios en la ciudadanía y su papel político si, a cambio, no se reforman las instituciones. Y a eso le corresponde el post de hoy, a un conjunto amplio de reformas institucionales que son necesarias para que España (y cualquier otro país que no las haya hecho de momento) entre en el siglo XXI. ¿Qué cambios institucionales son necesarios para consolidar una verdadera democracia?

Hacía un año que no colgaba una nueva colección de
La física establece, a través del principio de conservación de la energía establecido en la primera ley de la termodinámica, que “la energía, ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”. Así, cuando lanzamos una piedra al aire estamos transformando nuestra energía biológica (térmica) en energía cinética (movimiento) que eleva la piedra en el aire; a medida que asciende va perdiendo velocidad, producto de la transformación de la energía cinética en energía potencial (fruto de la altura), que eventualmente volverá a ser cinética cuando la piedra comience a caer y térmica al chocar contra el suelo (calentándolo). Y ahora diréis: pero, “¿qué tiene esto que ver con el poder?”. En mi opinión, el poder se comporta de la misma manera.
Al hilo del último post sobre mi
Parece que el post de ayer sobre la
El videoblog de
En principio, esto puede parecer una falacia lógica, y hasta cierto punto lo es. Al fin y al cabo, cuando cualquiera de los elementos que forman un grupo se vuelve más fuerte, el poder del conjunto crece como tal. Lo hemos visto al ver cómo la mejora económica alemana ha abierto la posibilidad de que ellos importen productos del resto de la Unión, o que su dinero pueda cubrir deudas y problemas por todo el continente… y, sin embargo, esto último es buen ejemplo de cómo tampoco es tanta falacia como parece.
Basta ver cualquier película americana para ver cómo se les llena la boca hablando de los Padres Fundadores americanos: Washington, Lincoln, Madison… los grandes nombres a los que ellos deben su modo de vida. Sin embargo, por mucho que nosotros debemos mucho de nuestro modo de vida a los Padres Fundadores de la Unión, pocos conocen sus nombres. Así que es hora de echarles un breve vistazo, aprovechando que se acercan las elecciones europeas.
El Gobierno mueve sobres llenos de dinero sin que nadie pueda hacer nada. La Iglesia tiene Cardenales que se envenenan unos a otros y desfalcan dinero del Banco Vaticano. Las empresas se mueven a paraísos fiscales. Y esto todo y más, ¿cómo se detiene? La clave para ello es lo que en inglés se llama accountability, que podría traducirse como “rendir cuentas” y que significa, a grandes rasgos, que haya alguien ante quien todo el mundo tenga que responder.
Quizás, de todos los temas por los que se ha debatido en política, el de la libertad sea uno de los que más ríos de tinta haya vertido. Desde los antiguos discursos griegos a favor y en contra de los tiranos o de la democracia, a la redefinición de la libertad en la Edad Media, la posterior reconstrucción en la Ilustración, y su conversión en pieza central del discurso del individuo y del Estado a partir de entonces. Hoy en día, pocos discursos, debates y autores escapan a discutir el significado y los límites de la libertad, y a lo largo de los años este es un tema que ha aparecido muchas veces en este blog. Pero, tras tanto tiempo, es hora de retomarlo y volver a analizarlo.
Como cualquiera que siga las noticias ligeramente sabrá, en mayo son las elecciones europeas y, ante ellas, se plantean una serie de situaciones muy importantes. El conjunto del proyecto europeo está puesto en duda por muchos sectores políticos, desde los euroscépticos a los populistas, y estas elecciones son vistas a menudo como un plebiscito sobre el conjunto de la UE, donde el temor al crecimiento de los partidos anti Unión podría crear un Parlamento y una Comisión que dificulte muchísimo el funcionamiento de la organización. Pero no voy a hablar de eso hoy, sino de personalismo, política nacional y política europea.
En su momento ya charlamos de la situación en
Tras trentaicinco años desde que se promulgó la actual Constitución, y aprovechando el final ahora del Puente de la Constitución, creo que es buen momento para hacer un balance de cómo ha sido el papel de la misma, sus luces y sus sombras. Y lo cierto es que un vistazo a nuestra historia reciente, y no tan reciente, a la forma en que se utiliza y maneja, rápidamente muestra una buena cantidad de ambas cosas.
Cada estructura tiene una serie de parámetros que definen su funcionalidad, el orígen de su poder, la forma de organizar su capacidad de acción, etc. Así, la estructura monárquica, por ejemplo, tiene un claro principio jerárquico de arriba a abajo. Pero, ¿cual es el principio que organiza la capacidad de acción y el poder de una red horizontal? Básicamente, hay dos principios que rigen una organización horizontal de cualquier clase.