Como decía al principio de esta serie de posts, el mundo se encuentra en un momento de cambio profundo en una multitud de distintos aspectos. Se abre así una oportunidad histórica para cambiar la sociedad en aquellas dimensiones que seamos capaces de modificar aprovechando la coyuntura. No todos los cambios a la vez son posibles, probablemente, pero si hay que aprovechar para al menos hacer algunos cambios profundos.
A lo largo de estos posts he ido sugiriendo una buena lista de formas en que la sociedad civil debe hacerse con el control del Estado, en respuesta debe cambiar las instituciones para hacerle hueco, incluso la posición de los políticos en el entorno debe modificarse. Y esos cambios deben exportarse globalmente, de modo que se extiendan esas nuevas ideas.






Desde hace tiempo, el debate sobre la calidad de nuestras democracias está abierto, sopesándose elementos como la frecuencia de las elecciones, la limpieza de las mismas, la existencia de corrupción, la apertura de los partidos, la participación ciudadana, etc. Todas estas cuestiones son importantes a la hora de evaluar una democracia representativa como las que encontramos hoy en día y suelen dar como valoración final una calidad relativamente media o baja de nuestras democracias. Sin embargo, por importante que sea este debate, a la hora de la verdad palidece si tenemos en cuenta que la democracia representativa es, en el fondo, una trampa.
En este blog a menudo he hablado de los 
Desde el siglo XVIII-XIX, el modelo de lucha de los ciudadanos contra el poder ha cambiado radicalmente. Se abandonaron las revueltas campesinas contra el señor feudal local y en su lugar se sucedieron las revoluciones; y, tras estas, en regimenes democráticos, la herramienta principal de la lucha obrera (la primera de las grandes luchas, a las que luego se unirían otras como la feminista o contra la segregación racial) fue la manifestación. Y sus éxitos se sucedieron de tal manera que, a estas alturas, parece el modelo perfecto de lucha en todos los campos, y casi se ha vuelto no sólo el hegemónico sino el unico. Sin embargo, una conversación esta tarde con Marta Lizcano y Miguel Ángel Cea me ha dado ganas de escribir acerca de este tema porque… ¿sigue siendo un método de lucha válido en el siglo XXI?
Hoy comparto con vosotros el
En su momento ya hablamos de la
Bajo ese nombre provocador, lo que se encuentra en realidad es una serie dramática bastante interesante desde el punto de vista sociológico. En la línea de la serie