Como decía al principio de esta serie de posts, el mundo se encuentra en un momento de cambio profundo en una multitud de distintos aspectos. Se abre así una oportunidad histórica para cambiar la sociedad en aquellas dimensiones que seamos capaces de modificar aprovechando la coyuntura. No todos los cambios a la vez son posibles, probablemente, pero si hay que aprovechar para al menos hacer algunos cambios profundos.
A lo largo de estos posts he ido sugiriendo una buena lista de formas en que la sociedad civil debe hacerse con el control del Estado, en respuesta debe cambiar las instituciones para hacerle hueco, incluso la posición de los políticos en el entorno debe modificarse. Y esos cambios deben exportarse globalmente, de modo que se extiendan esas nuevas ideas.







Tradicionalmente, el valor de una empresa era una suma relativamente clara de sus activos, el dinero que ganaba, la cantidad de inversión que tenía, los productos que sacaba a la venta al año, etc. Se podría decir que, en gran medida, era un valor relativamente objetivo que decía cuánto valía realmente esa empresa. Sin embargo, eso cambió completamente cuando, en 1988, Philip Morris compró la empresa Kraft por seis veces más de lo que valía. ¿Qué pasó ahí? ¿Se había vuelto loco?
Desde hace tiempo, el debate sobre la calidad de nuestras democracias está abierto, sopesándose elementos como la frecuencia de las elecciones, la limpieza de las mismas, la existencia de corrupción, la apertura de los partidos, la participación ciudadana, etc. Todas estas cuestiones son importantes a la hora de evaluar una democracia representativa como las que encontramos hoy en día y suelen dar como valoración final una calidad relativamente media o baja de nuestras democracias. Sin embargo, por importante que sea este debate, a la hora de la verdad palidece si tenemos en cuenta que la democracia representativa es, en el fondo, una trampa.
El 2014 ha sido, sin lugar a dudas, un año movidito, con infinidad de cosas ocurriendo que nadie hubiera imaginado tal día como hoy hace un año. Ha dejado numerosos procesos abiertos cuyos eventos seguirán desarrollándose a lo largo del próximo año y, por eso, creo que vale la pena intentar echarle un vistazo a qué nos puede deparar el futuro. Por supuesto, mi bola de cristal está estropeada, así que todo vistazo al futuro puede errar por completo, pero aún así resulta un ejercicio interesante.
Hacía un año que no colgaba una nueva colección de
No es la primera vez que hablo aquí de la situación en Cataluña, no en vano ya expuse mi opinión hace unos meses sobre el