Para responder a esta pregunta, lo primero que debemos decidir que es real. En este contexto, voy a usar real como “objetivo” o “externo”. Una pared es real, independientemente de las personas, la pared está en su lugar. Y si no crees en ella y quieres atravesarla, te vas a dar un buen bofetón. Dicho esto, empecemos por el principio. ¿Cómo se contruye la sociedad? La sociedad se construye de la interacción de dos dinámicas: las personas, y las instituciones. Veámoslas por partes:
La primera parte son las personas. Las personas continuamente interactúan entre ellas, hablan, discuten, negocian, ven qué es válido y deshechan lo que no es, etc. El resultado de todas estas cuestiones es la creación intersubjetiva de consensos, de formas de entender la vida y el mundo que son compartidos por la gente de la sociedad concreta y del momento concreto. Estos consensos cambian con los hechos y con el tiempo, y están continuamente abiertos a negociación. Y la codificación más habitual de este es en el llamado “sentido común”, que describe cómo debemos comportarnos y qué esperar en cada momento dado. Así, el mundo social surge como producto de esas interacciones, construido entre todos nosotros. Las teorías del interaccionismo simbólico, etnosimbolismo, y herederas son muy útiles para abordar esta perspectiva de la sociedad.

Hace algo más de una semana hablaba sobre cómo
Los Estados, organizaciones interestatales, y acuerdos no surgen de la noche a la mañana tal como los conocemos. Al contrario, son el fruto de un largo proceso, que incluye infinidad de modificaciones, actualizaciones y cambios que van permitiendo que, lentamente, aparezcan tal como ahora son. El motor de estos cambios es, la necesidad.
“La historia es un cementerio de élites”, decía Pareto, pero bien podríamos decir que es también un cementerio de potencias. Un imperio ha sucedido a otro, dominando partes más o menos grandes del mundo por medio de la guerra, la economía y la diplomacia. Roma, el Imperio Otomano, la España del XVI, la Francia napoleónica, el imperio chino, el azteca, el maya… Grandes nombres, para las grandes potencias de sus épocas.
La Constitución Española, en el artículo 28, defiende y define el derecho de los españoles a participar en la huelga. Es uno de los derechos sociales que más siglos de luchas y esfuerzos ha conseguido conquistar, mucha sangre, sudor y lágrimas se vertieron por él.
O eso reza el dicho, que en días como hoy, parece más cierto que nunca. El escándalo de Petraeus en Estados Unidos, la financiación ilegal de Sarkozy en Francia usando dinero de Gadaffi, el uso indebido de dinero del Parlamento británico para comprar pisos en Reino Unido, los infinitos casos de Silvio Berlusconi… podríamos seguir eternamente. Lista a la que hoy hay que añadir el grado completo de corrupción que ha aparecido en la cúpula del PP. ¿Por que lo hacen, cuando ya lo tienen todo?
Hoy me voy a la cama rodeado por las noticias sobre las peleas entre los países acerca del presupuesto europeo. Sobre si este quiere esto, o aquel quiere lo otro, que si se reparta de esta o aquella manera… y si no es como quieren, veto. Dicen que las empresas las crean los abuelos, las hacen florecer los padres, y las despilfarran los hijos… si eso es cierto, nosotros somos los bisnietos, viendo a los hijos pelearse a dentelladas por los fragmentos restantes del testamento a un sueño.
En estos días, parece que los mercados quieren muchas cosas, exigen sacrificios, y demandan cambios. Y yo que aún no me he encontrado con ningún mercado para preguntarle qué le gusta…
El principio del entendimiento es el diálogo. Cuando dos personas o facciones están dispuestas a sentarse de verdad a discutir una situación es cuando se pueden producir los acercamientos, el entendimiento, y la solución de los conflictos.
A menudo tenemos la sensación de que la Historia es algo que ocurre durante largos periodos de tiempo, como la evolución. Durante siglos, la vida social de la Edad Media es relativamente homogénea. Cierto, cambian los Reyes y reinos, avanzan lentamente los estilos artísticos, etc. Pero, en gran medida, durante casi un milenio la Historia mantiene muchos elementos homogéneos.