El país más extenso de la tierra proyecta la sombra de la Unión Soviética desde el este, desde su cuna, y más en estos días en que parece que nos encontramos de vuelta en la Guerra Fría por causa del conflicto de Crimea. Se nos proyectan las sombras de la conciencia colectiva, de los ejércitos rojos luchando contra los americanos desde Afganistán a Corea, de la hoz y el martillo extendiéndose imparables y amenazando toda Europa. Pero, ¿es eso cierto hoy en día?
La primera lectura de la situación diría que si, que es cierto. Tenemos una Rusia que ha sido la primera en llevarle la contraria a Estados Unidos en la ONU, bloqueando las mociones de intervención en Siria, por ejemplo. Que ha dado asilo al enemigo americano en que se ha convertido Snowden. Capaz de asesinar a un ex-espía del KGB en Inglaterra y de controlar la política en el centro-este de Europa a base de controlar los precios del gas natural que provee. Iniciadora de una guerra en Osetia y, ahora, capaz de “conquistar” una provincia de Ucrania mientras la comunidad internacional simplemente miraba.

Bajo ese nombre provocador, lo que se encuentra en realidad es una serie dramática bastante interesante desde el punto de vista sociológico. En la línea de la serie
El Gobierno mueve sobres llenos de dinero sin que nadie pueda hacer nada. La Iglesia tiene Cardenales que se envenenan unos a otros y desfalcan dinero del Banco Vaticano. Las empresas se mueven a paraísos fiscales. Y esto todo y más, ¿cómo se detiene? La clave para ello es lo que en inglés se llama accountability, que podría traducirse como “rendir cuentas” y que significa, a grandes rasgos, que haya alguien ante quien todo el mundo tenga que responder.
Hoy comparto, para aquellos que puedan no conocerlo, una fuente en internet que puede ser muy útil para cualquier investigador.
A menudo, es habitual escuchar a alguien llamar a otro fascista cuando el otro le impone su decisión, o usos similares del término porque la sociedad normalmente considera uno sinónimo del otro. Sin embargo, desde la perspectiva sociológica y politológica, y teniendo en cuenta que es un debate abierto de momento, ambos términos son distintos y describen distintos modelos políticos. Autoritarismos ha habido mucho, desde el régimen de Franco al actual de Corea del Norte; en cambio, fascismos sólo ha habido uno en la historia, la Alemania de Hitler. Así que vayamos viendo cómo se construyen ambos sistemas en sus diferencias, para ilustrar cómo uno y otro parecen muy similares, pero al final resultan no serlo.
En su momento ya charlamos de la situación en
A menudo, se tiene la sensación de que lo que ocurre en Internet no es algo suficientemente real. Los amigos online no son igual de amigos que los amigos físicos, es un terreno de juegos donde no ocurren cosas reales, donde la gente está sólo para su ocio. Sin embargo, todas estas nociones clásicas del mundo de la red de redes son falsas, como muestran cada vez más los estudios. Como bien dice Lawrence Lessig, la red es muy real.
Que en cualquier sociedad existen débiles y poderosos es algo que todos sabemos. Lo hemos visto en las películas, en los libros de historia, en las novelas… Sin embargo, ese poder no siempre se ha repartido de la misma forma. Si tomamos la visión foucaultiana del poder, este se encontraría repartido en distintas cantidades en todos los miembros de la sociedad, de modo que es de sus continuas interacciones y cesiones de poder de donde surgen las estructuras sociales que reconocemos como poderosas. Por su parte, Bourdieu diría que el se encuentra en cada campo social, donde los distintos actores presentes tienen distintas cantidades de capital y, con ello, una posición más central o menos en la estructura del campo. Pero dejemos de lado, de momento, esas visiones más estructurales y difusas del poder, y centrémonos en la historia del poder político.

A menudo, parece que la sociología sólo sirve para sesudos textos que analicen sistemas políticos, instituciones, dinámicas demográficas, o colectivos desamparados. Sin embargo, hay muchas más caras de la sociología, una por cada faceta que tiene la sociedad. Ya os colgué hace un tiempo un ejemplo de la sociología de la literatura con mi análisis de