Analizar en un post unas elecciones siempre es complicado, con muchas dinámicas confluyendo; la tarea se vuelve titánica con más de una decena de autonómicas y centenares de municipales a la vez, cada una con su propia inercia y lógica: partidos que se presentan sólo en algunas, líderes queridos/odiados al margen de las siglas por las que se presentan, etc. Una enorme tarea que voy a acometer aquí, empezando primero por un análisis más o menos global antes de pasar a ir comunidad por comunidad (con sus ciudades más interesantes) de modo que cada lector pueda decidir cuáles les interesa leer.
Primero de todo, es interesante una cuestión de temporalidad. A la hora de valorar los resultados de unas elecciones lo habitual suele ser compararlas con las anteriores, pero en este caso eso no vale: hace cuatro años muchos de los partidos principales no existían (Podemos, las asociaciones urbanas, etc.) y Ciudadanos tenía un papel minoritario. El crecimiento y aparición de todos ellos es una de las historias principales de estas elecciones, parejo a la desaparición del cuadro tanto de Izquierda Unida como de UPyD, que confirman sus resultados de las andaluzas y se encaminan a profundas reformas o a la desaparición (la de UPyD probablemente sea inevitable).




El Bien Común, esa idea preciosa que supone que existen acciones que benefician a todos los habitantes de una sociedad o colectivo y que, por tanto, son deseables para todos ellos. Acciones que avanzan las agendas de las personas independientemente de sus ideologías, opiniones, posiciones sociales, género, cultura… porque son universalmente buenas. Es uno de los relatos más bonitos que existen en política, y sin embargo es una quimera inventada en el siglo XVIII para convencer y ganar apoyo. Sorprendentemente, en pleno siglo XXI, alguien la usó hoy para intentar convencerme de apoyar una iniciativa en la que no creo.
The Political Machine 2012 nos pone en la piel de uno de los candidatos a las elecciones a la presidencia norteamericana en 2012, pudiendo escoger entre los diversos candidatos reales o crear el nuestro propio. A nivel de jugabilidad, el juego es un poco pobre, pero desde la perspectiva sociológica tiene algún elemento interesante.
Desde hace tiempo, el debate sobre la calidad de nuestras democracias está abierto, sopesándose elementos como la frecuencia de las elecciones, la limpieza de las mismas, la existencia de corrupción, la apertura de los partidos, la participación ciudadana, etc. Todas estas cuestiones son importantes a la hora de evaluar una democracia representativa como las que encontramos hoy en día y suelen dar como valoración final una calidad relativamente media o baja de nuestras democracias. Sin embargo, por importante que sea este debate, a la hora de la verdad palidece si tenemos en cuenta que la democracia representativa es, en el fondo, una trampa.
El 2014 ha sido, sin lugar a dudas, un año movidito, con infinidad de cosas ocurriendo que nadie hubiera imaginado tal día como hoy hace un año. Ha dejado numerosos procesos abiertos cuyos eventos seguirán desarrollándose a lo largo del próximo año y, por eso, creo que vale la pena intentar echarle un vistazo a qué nos puede deparar el futuro. Por supuesto, mi bola de cristal está estropeada, así que todo vistazo al futuro puede errar por completo, pero aún así resulta un ejercicio interesante.
El viernes pasado se entrevistó en
Hacía un año que no colgaba una nueva colección de
No es la primera vez que hablo aquí de la situación en Cataluña, no en vano ya expuse mi opinión hace unos meses sobre el
La historia de las relaciones internacionales es una historia que empieza antiguo, tan temprano como los primeros imperios porque, tan pronto hubo un “nosotros” nació un “ellos” y, al hacerlo, la necesidad de dialogar con esa otra parte. Al principio, los gobiernos hacían poco en relaciones internacionales, normalmente se limitaban a declarar guerras, favorecer el comercio que pudiese surgir, o enviar emisarios ocasionales. La Hélade, la alianza de las ciudades-estado de la Grecia antigua, fue la primera gran alianza y, con ella, nacieron muchas otras formas diplomáticas como podían ser los juegos olímpicos.