En el mundo actual, desde una punta al otro, cada vez es más fácil ver el modo en que la justicia (entendida como institución judicial, no como valor social en este caso) y la política van de la mano. Aunque usaré en este post los ejemplos de Trump en Estados Unidos y de la judicialización de la política en España, lo cierto es que es un fenómeno que va mucho más lejos.
El punto de partida de esta historia se encuentra en la manera en que se entiende en el presente la separación de poderes o, mejor dicho, la falta de la misma. En el siglo XVII y XVIII, cuando comenzaban las teorías que llevarían a las democracias modernas, una de las preocupaciones centrales de los filósofos de la época era el que el poder no se aglutinase en unas pocas manos, en un nuevo “rey”. La idea del mandato imperativo fue un paso importante aunque luego se deshiciese y pasase a constituirse el mandato representativo; y el otro de los principios centrales era la idea de la separación de poderes, que separaba en personas diferentes el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. La realidad que encontramos, sin embargo, es que la partitocracia es el sistema real que tenemos en el mundo actual, de modo que desde uno de los poderes se controlan todos los demás. En el caso español, los miembros del Tribunal Constitucional y el Supremo son nombrados, directa o indirectamente (a través del Consejo General del Poder Judicial) por el Congreso, que a su vez elige al Presidente del Gobierno, de modo que desde el Legislativo se controlan tanto el Ejecutivo como el Judicial. E incluso el cuarto poder, la prensa, se encuentra hoy en día alineada en sus líneas editoriales con ciertos partidos, como se ve claramente en la línea de Fox News en Estados Unidos. Así, el poder no está realmente en manos de la ciudadanía (la base de la democracia) sino en la de los partidos políticos que controlan las instituciones (de ahí que sea una partitocracia).







Hacía un año que no colgaba una nueva colección de
Esta pregunta parece una tontería, cualquiera podría responder rápidamente: “¡La acción del pueblo!” Pero quizás otra diría “¡lo que hacen los políticos!” y el tercero tal vez optase por un “esa cosa aburrida de los telediarios antes de los deportes”. Entender qué es la política es algo mucho más complejo de lo que aparenta, y voy a iniciar la explicación por la traducción de tres términos del inglés tal como la explica el Profesor Subirats en el primer vídeo del comienzo del curso online sobre políticas públicas y democracia. Vamos a verlo, porque en castellano el término política es demasiado amplio y ambiguo:

Quizás, de todos los temas por los que se ha debatido en política, el de la libertad sea uno de los que más ríos de tinta haya vertido. Desde los antiguos discursos griegos a favor y en contra de los tiranos o de la democracia, a la redefinición de la libertad en la Edad Media, la posterior reconstrucción en la Ilustración, y su conversión en pieza central del discurso del individuo y del Estado a partir de entonces. Hoy en día, pocos discursos, debates y autores escapan a discutir el significado y los límites de la libertad, y a lo largo de los años este es un tema que ha aparecido muchas veces en este blog. Pero, tras tanto tiempo, es hora de retomarlo y volver a analizarlo.
Escrito por el profesor de derecho americano Lawrence Lessig, El Código 2.0 es un tratado directo, sencillo de entender y profundo sobre la forma en que nuestras sociedades construyen sus regulaciones, y los retos que plantea el cambio fruto de nuevas tecnologías o entornos sociales cambiantes. A lo largo de sus 563 páginas, Lessig nos lleva de la mano por un análisis profundo de los fundamentos del derecho y la forma en que este interactúa con la sociedad, con el poder, con la democracia, o con el mundo nuevo que surge cada día. Y lo consigue hacer de un modo entretenido y fácil de seguir incluso para aquellos de nosotros que no somos expertos en derecho y que, de hecho, nos aburre este soberanamente. Con todo lo cual, resulta un libro enormemente recomendable para todo aquel proucado por cuestiones como la protección de la privacidad, la construcción de sistemas de derecho efectivos, la regulación de internet, o cómo el mundo se actualiza a las novedades que en él se producen.