
Parece increíble que tengamos que hablar de esto en este momento. Racismo, en el país más afectado por el coronavirus. Un país que ha tenido una de las peores respuestas y planificaciones al respecto, que acumula más muertos por la enfermedad que durante toda la Guerra de Vietnam, que tiene un presidente que prefiere no hacer nada o recomendar cosas absurdas a realmente planificar y tratar de solucionar un problema tremendo. Y, sin embargo, pese a todo ello, desde hace unos días, la noticia es el racismo.
El 25 de mayo de 2020, George Floyd fue asesinado en Minneapolis. El asesino, un policía blanco, mantuvo su rodilla sobre su cuello con la colaboración de otros compañeros, durante nueve minutos, aunque Floyd señalaba que no podía respirar y ya estaba totalmente reducido. El “crimen terrible” por el que Floyd perdió la vida es que, supuestamente, compró un paquete de cigarrillos con un billete de 20 $ falso. La policía, cuyo lema en Estados Unidos es “servir y proteger”, mató a un hombre negro que estaba cooperando y estaba inmovilizado, sin que hubiera ninguna razón para ello. Y las calles de Estados Unidos estallaron a medida que se extendieron las protestas y escalaban en fuerza y violencia, pese a la pandemia presente. Sus últimas palabras, tal y como salen reflejadas en el video de su asesinato, son “no puedo respirar”, que actualmente se han vuelto uno de los lemas de las protestas, junto con el slogan “las vidas negras importan”.







A menudo, es habitual escuchar a alguien llamar a otro fascista cuando el otro le impone su decisión, o usos similares del término porque la sociedad normalmente considera uno sinónimo del otro. Sin embargo, desde la perspectiva sociológica y politológica, y teniendo en cuenta que es un debate abierto de momento, ambos términos son distintos y describen distintos modelos políticos. Autoritarismos ha habido mucho, desde el régimen de Franco al actual de Corea del Norte; en cambio, fascismos sólo ha habido uno en la historia, la Alemania de Hitler. Así que vayamos viendo cómo se construyen ambos sistemas en sus diferencias, para ilustrar cómo uno y otro parecen muy similares, pero al final resultan no serlo.
Lo que hoy comparto con vosotros es la transcripción que he hecho de la breve charla que di con el mismo nombre en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, como introducción a un muy interesante cinefórum al respecto. Recomiendo, eso si, haber visto Animatrix antes de leer el texto, no sólo porque este spoilea mucho de la misma, así como os permitirá ver cosas que seguro que a mi se me han pasado por alto.