El otro día expuse, junto con Marta Lizcano, el texto del Ojo del Poder en el LI Congreso Internacional de Filosofia; a raíz de él, y del resto de ponencias de la mesa, surgió un debate del cual hoy quiero rescatar un punto concreto. Ya hemos hablado muchas veces de legitimidad y lo que pasa cuando un sistema se deslegetima pero, ¿qué pasa mientras tanto?
El poder debe ser legítimo si quiere que el pueblo lo acepte y no se rebele contra él, y para eso requiere de toda su capacidad para seducir y convencer de su idoneidad para manejar los asuntos comunes. ¿Por qué? La razón base de esto es que el poder no es algo natural en si mismo, es fruto de la negociación colectiva de toda la sociedad, producto de las transferencias de poder de todas las personas que la componen y el marco intersubjetivo de interpretación de todo. En resumen, el poder surge como consecuencia de las relaciones de todas las personas, algunas de las cuales consiguen posiciones más centrales en los campos donde todo el mundo interviene, convirtiéndose en centrales y, al hacerlo, ganando capacidad de condicionar a todos los demás en ese aspecto (económico, político, social, la empresa…).

Dice el viejo dicho romano que para tener tranquilo al pueblo es necesario darle pan y circo. Y es una verdad que la historia ha demostrado muchas veces, si le das pan (osea, cubres sus necesidades básicas) y circo (entretenimiento), las ganas de revuelta se disuelven. Literalmente, compras felicidad de los súbditos y, al hacerlo, ganas en paz social y aprobación. En cierta medida, esa es la razón de que el Estado de Bienestar tenga tanto apoyo, porque el conjunto de la sociedad trata de conseguir que la mayor parte de la población tenga, como mínimo, el pan en un esfuerzo conjunto de todo el país.
La figura de la Corona es, cuando menos, la de una institución controvertida en el marco de un país del siglo XXI. Sin embargo, en gran parte por la actitud de los miembros de la misma y la acción política de Juan Carlos I en la Transición y durante el golpe de Tejero (dejando de lado teorías de la conspiración) había conseguido darle la estabilidad a la institución que esta necesita para que tuviese una aceptación inmensa en la sociedad española. Pero, ¿qué pasó entonces para que hoy el Rey haya abdicado en su hijo?
Este libro, del ilustre Ortega y Gasset tiene una virtud: es corto. Si, se que no es decir mucho bueno del libro, pero lo cierto es que he de reconocer que Ortega me ha defraudado. Es lo primero suyo que leo, quizás no sea lo mejor, pero para mi gusto pasa demasiado tiempo filosofando sobre cosas que realmente no importa y sólo muy ocasionalmente regresa a los temas interesantes que plantea (que existen, no digo lo contrario).
Adolfo Suárez acaba de morir, y eso no es noticia para nadie tras el bombardeo de los medios de comunicación al respecto. Como tampoco lo es que ahora sale la derecha a ensalzarle como el gran faro, y la izquierda a criticarle por su vinculación con el
Hoy por hoy, el constructivismo en sociología es probablemente el paradigma dominante, o al menos el principal. Ante la superación del funcionalismo y los límites de la teoría actual sobre el conflicto, el constructivismo surge como un modelo teórico de explicación de la realidad que permite combinar la perspectiva macro/estructural, con la perspectiva individual y el conflicto en la realidad social. Autores como Foucault o Latour han sido destacados miembros de esta corriente, que se ha extendido de la sociología general a corrientes y disciplinas como las
Fruto de un muy interesante debate en Facebook así como de numerosos debates en El Señor de los Dadillos, creo que va tocando meterle mano a este programa y mostrar algunas de las cosas que pasan entre bamblinas al respecto. Y es que, ¿cómo se puede decir que un programa que busca ayudar a la gente, es dañino para la sociedad e, incluso, para esa gente? A priori, todos estamos encantados de que las personas se ayuden unas a otras, ¿qué puede haber de malo en ello?
Julio Cesar, uno de los destructores de la democracia plutarca que era la República Romana sube la escalinata camino del Senado y es acuchillado decenas de veces por sus compañeros, incluyendo a su propio segundo, su hijo Bruto. Algo más de dos mil años después, Enrico Letta, Primer Ministro no electo de la democracia representativa donde importa demasiado el dinero que es la República Italiana, es destrozado con las puñaladas figuradas de su segundo, Matteo Renzi. ¿Alguien ve algún elemento en común?
Es cierto que no saco a menudo el tema del
Es 1775, y el descontento se puede sentir en las trece colonias que el Imperio Británico tiene en norteamérica. Quieren representación en el Parlamento Británico, o sino se niegan a pagar los impuestos: el lema es “no taxes without representation”. Los británicos intentan comprar a los colonos por medio de té muy barato pero con impuestos, y nos encontramos de pronto con el Motín del Té que da comienzo a la Guerra de Independencia.
En su momento ya charlamos de la situación en