Europa acaba de responder a la jugada de Tsipras de convocar un referendum con su propio órdago: fuera. Y, con ello, si no corrige su posición en los próximos días, habrá confirmado que el sueño de una Europa unida ha engendrado un monstruo, que una comunidad de ciudadanos unidos como era la CEE se ha convertido en una Unión de acreedores. Que, en el fondo, Merkel ve Europa como un banco y ha decidido deshauciar.
Llevo unos días escribiendo sobre el cambio social y el momento histórico en el que vivimos, y pronto retomaré la serie con el resto de posts, pero ahora toca girar la cámara: si estamos viviendo un momento histórico (y lo estamos haciendo), es posible que Europa esté a punto de suspender abismalmente uno de sus exámenes más importantes. Que, dentro de cincuenta años, las generaciones venideras nos miren a todos y digan, ¿pero en qué estaban pensando? Y, desgraciadamente, no habrá una respuesta positiva.



Desde hace tiempo, el debate sobre la calidad de nuestras democracias está abierto, sopesándose elementos como la frecuencia de las elecciones, la limpieza de las mismas, la existencia de corrupción, la apertura de los partidos, la participación ciudadana, etc. Todas estas cuestiones son importantes a la hora de evaluar una democracia representativa como las que encontramos hoy en día y suelen dar como valoración final una calidad relativamente media o baja de nuestras democracias. Sin embargo, por importante que sea este debate, a la hora de la verdad palidece si tenemos en cuenta que la democracia representativa es, en el fondo, una trampa.
En este blog a menudo he hablado de los 
La sociedad en la que vivimos cambia a un ritmo vertiginoso: nuevas tecnologías salen a la venta, movimientos sociales se organizan, surgen nuevos problemas y nuevas soluciones. El mundo de ayer puede ser muy diferente al mundo del mañana, y la historia de los videojuegos es un buen ejemplo que ilustra este cambio acelerado. Así, aunque en buena ley las generaciones demográficas se supone que abarcan en torno a 25 años (con lo cual, hoy en día estaríamos en la segunda generación de videojugadores), lo cierto es que el cambio se ha acelerado tanto que surgen diferencias abismales en periodos mucho más cortos y, sin duda, hoy en día podemos hablar de tres generaciones de jugadores aunque el tiempo no diese para ello demográficamente hablando.
Hace unos días expuse cómo la
Esta pregunta parece una tontería, cualquiera podría responder rápidamente: “¡La acción del pueblo!” Pero quizás otra diría “¡lo que hacen los políticos!” y el tercero tal vez optase por un “esa cosa aburrida de los telediarios antes de los deportes”. Entender qué es la política es algo mucho más complejo de lo que aparenta, y voy a iniciar la explicación por la traducción de tres términos del inglés tal como la explica el Profesor Subirats en el primer vídeo del comienzo del curso online sobre políticas públicas y democracia. Vamos a verlo, porque en castellano el término política es demasiado amplio y ambiguo:
Gerontocracia es el gobierno de los viejos, y es una herencia que tenemos desde los tiempos más antiguos, cuando el anciano (varón) era el jefe de la familia y mandaba en todo, y el consejo de ancianos gobernaba el pueblo. Y como los puestos de poder eran de por vida, y normalmente hereditarios, generalmente lo que se encontraba era que la generación mayor era la que gobernaba. Esto, que parece anticuado, sigue siendo cierto hoy en día: Rajoy tiene 59 años, Merkel 60 y Obama, a quien a menudo se considera joven, 53. El único lider importante de una franja joven es Matteo Renzi, con 39. Pero, ¿es así como deberían ser las cosas?
Maquiavelo dice en